Tanto si la tripulación es experimentada como si tiene escasa experiencia marinera, una pequeña charla sobre la seguridad antes de embarcar ayudará a prevenir situaciones peligrosas o a saber gestionarlas si finalmente se producen. La clave está en ajustar el contenido al nivel de la tripulación y en no tratar de contarlo todo de una sola vez.
Con frecuencia nos pierden las ganas de salir a navegar cuanto antes. Y dejamos para más tarde contar a la tripulación las normas básicas de seguridad. Total, no va a pasar nada …
Pero tan malo es esto como tener una lista infinita de temas que contar a la tripulación, y aburrirlos durante horas. El resultado de ambos planteamientos será similar.
El riesgo de posponer la charla de seguridad
Ya hemos mencionado en otra entrada que «lo más improbable es lo que con más frecuencia sucede». Si no explicamos a una tripulación novel cómo se usa el baño, estamos apostando fuerte a que sucedan contratiempos desagradables. ¿Y quién no ha visto a algún tripulante haciendo equilibrios propios de un funambulista (brazos extendidos inclusive) intentando ir hacia la proa?
No demos por hecho nada. Como patrones con bastantes millas por la popa hay muchos aspectos de la navegación que nos parecen triviales, pero que no lo son para el inexperto. Y por contra, desconfiemos del tripulante que cree que lo sabe todo.
La charla sobre normas de seguridad permite unificar criterios en los aspectos más importantes de la navegación, que no son otros que los relativos a la seguridad. Así garantizaremos que el inexperto adquiere el conocimiento, y el experimentado obtiene un criterio que evite la improvisación.
Una vez que zarpamos, no vamos a tener garantizado un rato de tranquilidad para reunirnos con la tripulación. Bien porque hace más viento del previsto, bien porque la ola entra por el través. O quizá porque hay mucho tráfico o mil y una razones que nos harán echar de menos la tranquilidad del puerto con el barco amarrado. Y poco a poco irá aumentando nuestro nerviosismo. Lo esencial tiene que estar contado antes de zarpar.
La curva de atención, mecanismo de ahorro energético de nuestros cerebros
Nuestros cerebros están diseñados de forma que son muy selectivos a la hora de consumir energía. Hay muchos estudios relacionados con el tiempo que somos capaces de mantener la atención ante una explicación que requiere esfuerzo de nuestro cerebro. En función de a quién preguntemos, este tiempo oscila entre 10 y 20 minutos (!). Y a partir de ahí, la atención cae en picado.
En el caso de la charla de seguridad, esto implica que si nos extendemos mucho no servirá para nada. A partir de los 20 minutos será como si nuestra tripulación se hubiera puesto un par de tapones en los oídos. Y esto es peligroso. Porque normalmente la gente por una mera cuestión de educación nos seguirá mirando, e incluso asintiendo con la cabeza, aunque no estén ya prestando atención. Pensaremos que hemos transmitido un conocimiento, y no ha sido así. Y cuando requiera ser usado, no existirá ese recurso.
Entonces, ¿es imposible contar las normas de seguridad a una tripulación? Porque es obvio que en 10 ó 20 minutos no hay tiempo suficiente. La solución está en la priorización, como siempre que lidiamos con un recurso escaso (en este caso, el tiempo de atención).
La priorización más obvia es por importancia de la norma. Pero también podemos por ejemplo considerar la experiencia de la tripulación como criterio de priorización. De esta forma podemos partir una charla de una hora en 3 charlas de 20 minutos. Quizá lo esencial, lo que hay que contar sí o sí antes de partir, lo podemos contar en 20 minutos. Y después, para normas de menor importancia, buscar otros 2 momentos para completar la charla de seguridad.
Lo importante es entender que la concienciación sobre las normas de seguridad no es un check-list más que tenemos que pasar de cualquier forma. Si no nos atienden, no sirve de nada.
La lista priorizada
Un ejemplo de lista priorizada puede ser la que se muestra a continuación. Hemos utilizado los criterios de experiencia de la tripulación y la idoneidad del momento para transmitir la información. Así podemos dividir una gran cantidad de información en bloques que se pueden contar en 20 minutos.
De esta forma nos aseguramos de que no nos dejaremos nada sin tratar, que contaremos lo esencial antes de zarpar. Y lo más importante, que lo que transmitamos tiene posibilidades (que no garantías) de ser entendido.

Priorización de las normas de seguridad
¿Que contar antes de zarpar y cómo contarlo?
Empezando por el final, es importante no dramatizar en exceso. En la tripulación sin experiencia puede llegar a asustar. Adoptar un tono de seriedad será más que suficiente. En muchos casos, más que mostrar es conveniente demostrar, para que el inexperto fije la información con más facilidad.
Por ejemplo, habrá que demostrar cómo se coloca y se ajusta un arnés de seguridad. Y posteriormente pedir a los tripulantes que se lo coloquen y hagan el ajuste.
En cuanto al qué contar, suele resultar mejor contar lo esencial en 20 minutos. Y luego que la tripulación use, toque, practique lo que les hemos enseñado. No debemos caer en el error de pensar que con una explicación supliremos la práctica que requiere el uso de un instrumento electrónico o una maniobra de navegación. Debemos ser pragmáticos y realistas.
Lo imprescindible antes de zarpar
Si sólo tuviéramos 20 minutos para contarle a nuestra tripulación normas de seguridad, no nos deberíamos dejar ninguno de estos temas sin tratar:
- Asegurarse de que todos los tripulantes tienen un chaleco
Es muy típico escuchar al patrón de la embarcación decir dónde se encuentran los chalecos salvavidas. Pero eso no es suficiente. Hay que pedir a los tripulantes que se prueben los chalecos y que se los ajusten. Y que verifiquen que están en buen estado. Si son automáticos o semiautomáticos, será muy conveniente instruir a la tripulación sobre el comportamiento de los mismos.
Una vez probados y ajustados, y si el patrón no considera que hay que llevarlos siempre puestos, cada tripulante debería guardar el suyo en un sitio localizable y fácilmente accesible. En el caso de los niños, los deberían llevar puestos todo el tiempo.
Si llevamos arneses independientes de los chalecos, se debe seguir la misma operativa. Aprovecharemos para explicar y experimentar cómo nos debemos mover por la cubierta haciendo uso de la línea de vida y otros anclajes.
- Enseñar a todo el mundo cómo parar el barco
Distinguiremos si navegamos a vela o a motor ya que la técnica es muy diferente. Pero en cualquier caso es lo mínimo que debe saber hacer cualquier tripulante y es un seguro de vida cuando por ejemplo cae el patrón al agua.
A partir de aquí, toda la formación adicional relativa a la maniobra de la embarcación que podamos proporcionar será muy valiosa. Pero buscaremos otro momento posterior para profundizar en las diferentes técnicas porque dependiendo del nivel de la tripulación puede llevar cierto tiempo.
- Ubicación de extintores y uso
Un incendio a bordo es de las peores cosas que nos pueden pasar en el mar. Todos los tripulantes deben conocer la ubicación de los extintores y saber hacer un uso básico de los mismos.
- Mostrar dónde está la radio del barco y cómo se usa
Hay que instruir a la tripulación para que no le tenga miedo a comunicarse mediante la radio del barco. Para el tripulante sin experiencia no podemos pretender que con 5 minutos de explicación, ante una emergencia, se comunique como si llevara toda la vida utilizando los procedimientos radio.
Tendremos que enseñar cómo se enciende la radio, cómo se usa el micrófono y cómo funciona el botón de distress. Y poco más. Porque salvo que una persona tenga experiencia previa, no va a ser capaz de recordar nada más. Si le dejamos al lado de la radio una tarjeta (idealmente plastificada) con la llamada de socorro quizá con los nervios pueda hasta leerla. Y si tiene nervios de acero, y previamente le hemos enseñado a leer la posición en un GPS, quizá pueda incorporarla en la llamada de socorro. No pasa nada porque ante una emergencia se use la radio en lenguaje natural, sin seguir procedimientos que no se conocen.
Además de la radio, no hay que despreciar la ayuda que nos puede proporcional la telefonía móvil si estamos cerca de la costa. Para alguien no familiarizado con el VHF es mucho más sencillo llamar al teléfono de emergencias memorizado en la agenda, e incluso enviar su posición como lo hace habitualmente en su día a día.
- Explicar qué hacer si alguien cae al agua
Ya hemos hablado con anterioridad en otra entrada del hombre al agua y la importancia que tiene una rápida actuación. Si la tripulación no tiene experiencia, en caso de caída del patrón será de aplicación la parada de la embarcación comentada previamente. Será más sencillo aproximarse nadando a la embarcación que tratar de hacer una maniobra por parte de tripulación sin experiencia.
Conclusiones
Una pequeña charla de seguridad antes de zarpar es un tiempo muy bien invertido. Cuando sucede algo que pone en riesgo la seguridad de las personas o de la propia embarcación suele abundar el desconcierto. Y haber repasado y ensayado previamente una sencilla operativa puede significar la diferencia entre un susto y una desgracia.
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