En esta segunda entrada de la serie sobre la planificación de travesías analizamos el programa de navegación más habitual. Conocemos bien las aguas. La planificación se debe centrar en los factores dinámicos, siendo la meteorología el más importante. El exceso de confianza hace que este escenario sea el de mayor número de accidentes. Muchos se podrían evitar dedicando no más de media hora a la planificación.
Navegamos por «nuestras» aguas. Nos conocemos de memoria cada roca, cada fondeadero. Sabemos el efecto que tiene en el mar cada soplo de viento. También cómo cambia el paisaje con las mareas.
Suele ser el escenario donde más accidentes ocurren. La confianza juega malas pasadas. Embarcamos casi de cualquier manera. ¿Quién no ha pensado al doblar la rompiente del puerto «esto está peor de lo que imaginaba»?
Lo más importante de este escenario es conocer las limitaciones de la tripulación, y la meteorología. En esta entrada nos centraremos en esto último.
Incorporar la previsión meteorológica al proceso de planificación
La meteorología es una ciencia cada vez más exacta. Pero por regla general las probabilidades de acierto de un pronóstico disminuyen considerablemente más allá de las 72 horas. Personalmente me gusta seguir la evolución meteorológica una semana antes de la salida, pero con 3 días de antelación suele ser suficiente. Recomiendo consultar el pronóstico en un par de fuentes, ya que los diferentes modelos numéricos que soportan las previsiones suelen proporcionar resultados similares, pero no iguales.
En ningún caso se debería salir a la mar sin consultar la previsión. Es el factor que más condiciona cualquier programa de navegación. Es el mayor error que podemos cometer. La mejor planificación puede tener resultados nefastos si no se ha tenido en cuenta la previsión meteorológica.
Los días previos a la salida
Tras consultar la previsión, y con el programa de navegación que queremos hacer en mente, debemos hacernos 3 preguntas:
- ¿Es sensato navegar por esta zona para nuestro caso concreto (embarcación, tripulación, experiencia)?
La respuesta a esta pregunta dependerá en gran medida del nivel de la tripulación y de lo marinera que sea nuestra embarcación. La combinación de ambos elementos debe ser capaz de solventar las condiciones esperadas para la previsión, más un margen de seguridad. Si nos sentimos cómodos hasta F6, con una previsión de F6 no es muy sensato salir.
- ¿La previsión meteorológica es compatible con nuestro programa de navegación?
No sólo tiene que disfrutar el patrón. También la tripulación. Habrá ocasiones donde toda la tripulación serán consumados regatistas, y otras veces familia o amigos con escasos conocimientos de navegación. No sólo deberemos adaptar la navegación a su nivel por una cuestión de seguridad. También hay que acordar unas expectativas comunes antes de salir al mar. Y en cualquier caso, la meteorología determinará un nivel mínimo de la tripulación y la posibilidad de cubrir unas expectativas previas.
- El puerto o fondeadero destino, ¿es accesible con esta previsión? ¿es seguro?
Antes de zarpar hay que tener muy claro si vamos a poder acceder a nuestro destino. A la hora de la llegada la tripulación suele estar cansada. Tener que buscar alternativas en esas condiciones o tener que quedarnos en el mar va a complicar bastante la salida.
Si representamos estas preguntas en un diagrama de flujo, nos quedaría de la siguiente forma:

Evaluación de la viabilidad del programa en base a la previsión meteorológica
Si hacemos este sencillo ejercicio con cierta antelación (2 ó 3 días antes de la salida), podremos por ejemplo planificar actividades alternativas en caso que la previsión no sea favorable. O considerar puertos/fondeaderos alternativos. Y como mínimo nos haremos una buena idea de la evolución atmosférica, lo que nos reportará ventajas adicionales como veremos en la siguiente entrada.
El día de la salida
El día de la salida verificaremos la previsión meteorológica. Si la hemos seguido durante varios días, es raro que nos llevemos una sorpresa.
- ¿Coincide la previsión con lo que estamos observando?
Si coincide son buenas noticias. Los meteorólogos y su tecnología han sabido leer la evolución de la atmósfera. Y lo normal es que también se cumpla su previsión para las próximas horas.
Pero, ¿y si no coincide? Si el pronóstico se adelanta o se atrasa no suele ser demasiado malo. Normalmente, es suficiente con que consideremos el pronóstico a partir de la hora en la que coincide con el momento de la observación. Será peor si el pronóstico y la realidad no tienen nada que ver. Lo mínimo es volver a preguntarnos si la actividad planificada es viable (ver apartado anterior). Si decidimos salir, habrá que ir con mucha cautela.
- Aun coincidiendo previsión con observación, ¿ha cambiado mucho el pronóstico respecto el del día anterior?
Previsión y observación coinciden. Pero llevábamos varios días siguiendo la previsión, y el día de la salida ha variado significativamente respecto a lo que se estaba pronosticando. Después de evaluar la viabilidad de la salida (ver apartado anterior), si decidimos continuar con la actividad deberemos ser cautelosos. Las variaciones grandes suelen ser consecuencia de la inestabilidad atmosférica.

Toma de decisión en base a la previsión meteorológica y a la observación
Resumiendo …
Conocemos bien la zona y las aguas, es decir la información estática. El análisis de la previsión meteorológica nos servirá para completar una parte muy importante de la información dinámica de la planificación. Cuanto más concienzudos seamos con el pronóstico, mejor podremos tomar decisiones.
En la próxima entrada analizaremos un ejemplo práctico de planificación con todo lo que hemos ido viendo hasta ahora.
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