En última instancia el patrón de la embarcación es el responsable de la seguridad de la tripulación. En su trayectoria de navegante tomará muchas decisiones fáciles y unas pocas muy difíciles. Será en esos momentos en los que tendrá el corazón en un puño y sentirá una inmensa soledad donde se forjará su carácter como líder.
Las prioridades
A la hora de tomar una decisión es fundamental tener claro el orden de las prioridades. Es común emplear el esquema siguiente para establecer las prioridades:

Por tanto la salvaguarda de la tripulación tendrá la prioridad más alta en las decisiones a tomar y, por contra, la protección del material la más baja. Esto que puede parecer algo obvio no lo es tanto para tripulación no entrenada.
Pongamos un ejemplo. Navegando en un velero con viento duro y mala mar sufrimos una trasluchada involuntaria que provoca una orzada violenta y un tripulante cae al agua. El caña ve a 100 metros por la proa aparecer rocas a ras de agua. ¿Debe iniciar una maniobra de MOB (Man Over Board)? ¿ordena una maniobra para evitar el arrecife y pospone el inicio de la maniobra de rescate?
La toma de decisiones en la navegación
El ejemplo anterior es una situación que podríamos calificar como complicada. Es importante conservar la calma. Una mala interpretación del contexto de la situación puede dar lugar a una toma de decisiones errónea. Y una situación que no era crítica lo puede llegar a ser. La temida secuencia de fallos que resulta en consecuencias nefastas suele estar ocasionada por unas pocas malas decisiones.
Hay un marco conceptual empleado habitualmente en la toma de decisiones que se conoce como Cynefin. Este marco de trabajo define cuatro contextos:
- Obvio -> la decisión es fácil de tomar. Un cambio en la dirección del viento nos hace modificar nuestro rumbo idóneo para alcanzar el objetivo.
- Complicado -> hace falta un conocimiento o experiencia elevados para tomar una buena decisión. En el ejemplo de la trasluchada involuntaria hace falta cualificar si el resto de la tripulación corre peligro debido al arrecife y hay que maniobrar para evitar daños severos en el barco antes de intentar salvar al MOB.
- Complejo -> hay que tomar una decisión pero no hay una respuesta buena a priori. Sólo con la experimentación se pueden encontrar patrones que permitan tomar decisiones acertadas. Un mar desordenado con olas rompientes de diferentes direcciones es un contexto complejo. Quizá tras horas de navegación seamos capaces de gobernar en esta situación.
- Caótico -> muy difíciles de manejar, la mejor opción es salir de esta situación como buenamente se pueda. Si en el contexto anterior de mar desordenado, se nos rompe el sistema de gobierno, se convierte en caótico.
Hay un contexto adicional conocido como desordenado, que es cuando no está claro en qué contexto de los anteriores estamos.
En navegación la mayor parte de las situaciones serán obvias, y de forma muy excepcional en la náutica de recreo un patrón o skipper se encontrará en situaciones complejas o caóticas, en las que la intuición será su mejor arma.
Pero un porcentaje pequeño y no despreciable serán situaciones complicadas. Una situación será complicada con independencia de la experiencia del skipper. Sin embargo, la experiencia del skipper definirá el grado de acierto o error en la toma de decisiones: a mayor experiencia, mayor posibilidad de salir airoso de una situación complicada.
Hasta aquí podemos decir que un skipper experimentado, con las prioridades claras en su cabeza y con la capacidad de analizar «fríamente» situaciones probablemente mantenga un nivel alto de seguridad en sus navegaciones. Pero todos los que llevéis un número considerable de millas navegadas sabéis que esto no es todo. Que estas premisas no son garantía suficiente.
El peso de la responsabilidad
¿En qué difieren las decisiones que se toman en el día a día de las que se toman en navegación? Mientras que en el día a día hay muchas decisiones cuyas consecuencias no trascienden, en navegación prácticamente todas las decisiones tendrán consecuencias relevantes:
- Alcanzar o no el destino / Tiempo para alcanzar el destino
- Desgaste del material
- Seguridad de la embarcación
- Seguridad de la tripulación
El skipper está continuamente analizando situaciones y valorando el riesgo que comportan sobre el objetivo, el material, la embarcación o la tripulación. Será el último responsable de la decisión que tome, por nimia que esta parezca. Seguro que en muchas ocasiones, en contextos complicados, consultará al resto de la tripulación. Pero la responsabilidad final será suya. Y ciertamente habrá momentos donde sentirá el peso de la responsabilidad sobre sus hombros, donde tendrá los ojos de los tripulantes clavados sobre él esperando una decisión que no se puede demorar, y que puede suponer la pérdida de la embarcación, o lo que es peor, de la tripulación. Es la soledad del líder, es el peso tremendo de la responsabilidad.
Pero no hay atajos en esto de la navegación. Los contextos obvios no hacen buenos marinos (o según el dicho popular «las aguas tranquilas no forjan buenos marineros»). Aquel que haya sentido el brutal peso de la responsabilidad, con independencia de si evaluó o no correctamente el contexto, de si acertó o no, saldrá reforzado del trance. Curtido es la palabra adecuada.
Una historia real
Tengo que reconocer que esta es una de mis historias favoritas. No es sólo la historia de una decisión complicada en la mar (que ya anticipo que no voy a valorar desde el cómodo sillón). Es una lección de vida, de esas que quizá sólo sabe enseñar el mar o la alta montaña.
En Noviembre de 2016 la familia Coombes zarpa de Nazaré (Portugal) en el velero Dove II para realizar la travesía del Atlántico. Descenderían en latitud hasta las Islas Canarias para a principios de Diciembre iniciar el cruce que les debería llevar hasta el Caribe. En el Dove II viajaban 3 adultos (uno de 71 años) y dos niños (de 9 y 7 años). Cuando habían completado 2/3 de la travesía, en malas condiciones de viento y mar sufren la pérdida completa de la pala del timón.
El contexto es complicado. Un fallo en el sistema de gobierno es de los peores que nos pueden suceder. Intentan diferentes estrategias para construir un timón de fortuna, o lo que es lo mismo, de simplificar el contexto. Pero ninguna funciona. El barco está atravesado a la mar y las olas por el través lo zarandean miserablemente. A las 4 horas solicitan ayuda por el teléfono satelital y se organiza un dispositivo de salvamento y rescate. Dos cargueros intentan el rescate de la tripulación pero es demasiado arriesgado para los niños debido a las condiciones de la mar.
Finalmente otro velero, el Tilly Mint, que realizaba también el cruce y estaba a 80 millas del Dove II atiende el MAYDAY y consigue transferir a toda la tripulación exceptuando al skipper, padre de la familia, que decide quedarse en el barco para intentar salvarlo. Habían pasado 3 días desde el fallo del timón.
El peso de la decisión para el skipper, primero de salvar a su tripulación (y por ende su familia), y después de intentar salvar la embarcación, que era todo lo que tenían, es infinita. La soledad del skipper era más grande que la ola más grande que les acosaba. Tras varios intentos de gobernar la embarcación sin resultado decide salvar también su vida y solicita al Tilly Mint, que ya había partido de la zona, su rescate.
El skipper se enfrentó a una situación complicada, priorizó y decidió. Para muchos acertó, para otros no. Pero sin ninguna duda aquel día en aquella absoluta y cruel soledad James Coombes creció como skipper.
La historia contada por la tripulación del Tilly Mint está aquí (vídeo en inglés). La familia Coombes también detalla el viaje en su blog (también en inglés).
Conclusiones
La soledad del skipper es un trago duro de pasar, pero al mismo tiempo motivante. Hay que tener muy claras las prioridades a bordo y tomar las decisiones con frialdad, sin precipitación, usando el tiempo necesario (o el máximo que nos permita la situación).
Nunca le ganaremos la batalla a la mar, es de ingenuos o inexpertos pensarlo. Pero esa cicatriz que a veces deja la mar nos hace mejores, y hablando de la navegación, más seguros.
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