Eso decía el gran navegante Francis Stokes. La anticipación es la cualidad número uno en el decálogo del buen hacer marinero. Las condiciones de la embarcación, el nivel de la tripulación, el tipo de navegación y la meteorología cambiante configuran un abanico prácticamente infinito de situaciones con las que nos vamos a encontrar cuando salgamos a navegar. ¿Es posible un enfoque sistemático que nos ayude a no correr riesgos innecesarios?
No existe el riesgo 0, pero sí es posible minimizarlo
Esta afirmación aunque no lo parezca a priori, es una gran noticia. Es ilusorio pensar que no tenemos ningún riesgo cuando salimos a navegar. Ni siquiera cuando lo hacemos en aguas interiores. Lo que si podemos hacer es reducirlo hasta que la probabilidad de que se produzca un accidente grave sea prácticamente inexistente.
Factores elementales que afectan al riesgo
Sin pretender configurar una lista exhaustiva, podemos simplificar en 4 los factores que intervienen de forma directa en el riesgo que asumimos en una navegación:
- Condiciones de la embarcación. ¿Qué antigüedad tiene nuestra embarcación? ¿Para qué tipo de navegación fue diseñada? ¿Qué tipo de mantenimiento llevamos a cabo? No es lo mismo una embarcación con más de 30 años de servicio que una recién fabricada. Tampoco lo es un diseño para navegación oceánica frente a otro pensado para navegación costera. Ni un mantenimiento escrupuloso por personal especializado comparado con otro esporádico y llevado a cabo por personal aficionado.
- Nivel de la tripulación. ¿Navegamos con una tripulación con mucha experiencia en horas de navegación? ¿Somos el único de la tripulación que es capaz de gobernar la embarcación? ¿Navegamos con niños?
- Tipo de navegación. ¿Tenemos pensada una navegación costera de un día por una zona conocida? ¿Queremos cruzar el Golfo de Vizcaya en Noviembre?
- Meteorología . ¿El pronóstico es soleado, F4 y poca ola? ¿Es F6 con riesgo de chubascos? ¿Es F6-F7 del NW con mar de fondo significativo del SW?
El riesgo que asumiríamos en una hipotética navegación depende de la combinación de estos elementos. No hay fórmulas mágicas ni recetas. Lo que para una persona puede ser una situación arriesgada, para otra puede no serlo en absoluto. Lo importante es que seamos capaces de determinar dónde están nuestros límites. O lo que es lo mismo, si estamos dentro de la zona de riesgo asumible. Y si no es así, lo más prudente será no salir a navegar.
Enfoque sistemático de gestión del riesgo
Existen diversos modelos para cualificar el riesgo de una situación. Una aproximación bastante común descompone el riesgo en 2 elementos: la probabilidad de que ocurra una determinada situación, y el impacto que tiene si sucede. En función de estas 2 variables podemos calificar el riesgo resultante como alto, medio o bajo. Y a partir de ahí empezar a tomar decisiones.
Pero vamos a ver mejor esto con un ejemplo. Supongamos la siguiente combinación de factores, que de ahora en adelante llamaremos escenario. Es verano y planificamos una navegación costera a una playa que está a 5 nm de nuestro puerto, en plan familiar con niños a bordo. Sólo nosotros estamos capacitados para manejar la embarcación, ya que confiamos en nuestra dilatada experiencia náutica para solventar cualquier situación. Nuestra embarcación es un velero diseñado para la navegación costera, que sigue un programa de mantenimiento periódico que realizamos nosotros mismos salvo los trabajos más complicados. El pronóstico meteorológico es NW F4 estable durante todo el día, con ola SW 1 m. Una segunda consulta a otro modelo meteorológico indica que al final del día puede llegar a F5.
Ciertamente hay infinidad de cosas que ese día pueden salir mal. Desde un grifo de fondo que se rompe a una una vela que se rifa, pasando por un fallo del motor, la rotura de un obenque o incluso que el patrón se caiga al agua. Antes de bloquearnos o pensar que eso sólo le sucede a otros vamos a tratar de determinar qué es riesgo asumible.
Lo haremos en 2 pasos: construcción de la matriz de riesgo, y mitigación de los riesgos principales.
- Construcción de la matriz de riesgo
En este primer paso construiremos la matriz de riesgo, que nos va a permitir identificar los riesgos más relevantes que vamos a tener en nuestra salida.
Factores -> para cada uno de los factores elementales que hemos citado en el punto anterior listamos aquello que nos parece más relevante. Por ejemplo, en cuanto a condiciones de la embarcación, como la hemos revisado con detalle recientemente estamos bastante tranquilos. Es cierto que de cuando en cuando al motor le cuesta arrancar, y todavía no hemos dado con la causa. Si hablamos del nivel de la tripulación, hay que resaltar que vamos con 2 niños. Y que sólo nosotros somos capaces de gobernar la embarcación. Y así sucesivamente con el resto de factores.
Riesgos -> a partir del escenario que hemos definido y con mentalidad crítica, hacemos un listado de aquello que con mayor probabilidad podría ir mal. ¿Se podría romper el palo? Sí, pero no parece probable después de la revisión que hemos realizado recientemente. No lo incluiremos en esta lista. ¿Se puede caer un niño al agua? Podría ser, lo incluiremos en la lista. Estamos haciendo un primer filtrado de riesgos.

Fig.1 Factores relevantes y riesgos que pueden ocasionar
Matriz de riesgos -> por último, trataremos de clasificar cada riesgo en función de la probabilidad de que suceda, y el impacto que tendría. Si el motor no arranca y no hemos zarpado, el impacto será bajo. No es muy probable por lo que hemos comprobado, pero a veces pasa. Si estamos ya en el fondeo de la playa y a la hora de volver el motor no arranca, el impacto es mayor sin ser algo dramático. Lo clasificaremos como de probabilidad baja, impacto medio. Es preferible ser conservadores en esta etapa. Y así lo haremos para cada situación de riesgo que hayamos identificado hasta obtener una matriz como la siguiente:

Fig.2 Elaboración de la matriz de riesgos
La matriz de riesgos nos permite de un vistazo entender las situaciones con las que realmente tenemos que tener cuidado. La matriz nos ayuda a priorizar.
- Mitigación de los riesgos principales
En este segundo paso vamos a tratar de mitigar o minimizar los principales riesgos que hemos identificado en la matriz de riesgos.
Reducir Impacto/Probabilidad -> nos centraremos en los riesgos que hemos ubicado en la zona amarilla o roja. Listaremos todo aquello que esté en nuestras manos y haga disminuir la probabilidad o el impacto. Se nos ocurre que para minimizar el riesgo de un MOB de un niño, podemos colocar redes anti-caida, obligar a que todos los niños lleven siempre los chalecos salvavidas, no ir a proa con viento mayor a F3, etc. Hay que evitar caer en la tentación de incluir en la lista algo que no vamos a poder acometer o es poco realista.

Fig.3 Reducción del riesgo
Matriz de riesgos -> si aplicamos las medidas que hemos enumerado en el listado anterior, y volvemos a dibujar la matriz de riesgos, las situaciones de riesgo deben desplazarse en la matriz hacia la zona sombreada en verde.

Fig.4 Gestión del riesgo
Entonces, ¿cuando podemos decir que el riesgo es asumible? Cuando todas las situaciones que hemos identificado están en la zona sombreada en verde. Un criterio que nos ahorrará muchos problemas es no salir a navegar si no tenemos todas las situaciones «en verde».
Mentalidad «¿y si …?»
¿Riesgo asumible quiere decir riesgo cero? Rotundamente no. Riesgo asumible quiere decir riesgo gestionable. A lo largo de este proceso de elaboración de la matriz de riesgo habremos reflexionado sobre situaciones que ciertamente nos pueden suceder y evitaremos que nos sorprendan. Si este proceso lo hacemos conjuntamente con el resto de la tripulación, será mucho más rico en detalles. Y servirá además para que nuestra tripulación sea consciente de situaciones que pueden acarrear problemas.
A modo de resumen, una actitud adecuada que nos ayude a anticipar situaciones de riesgo es lo que distingue a un buen marinero de otro que no lo es tanto. Esto no es ni más ni menos que preguntarnos con frecuencia que pasaría si … antes de que pase. ¿Y si se rompe el cabo del enrollador del Génova? ¿Y si se me para el motor en la bocana del puerto? ¿Y si un tripulante sufre una alergia severa a bordo? ¿Y si me encuentro de repente con niebla densa a una milla del puerto de recalada? Esa infinidad de situaciones que nos podemos encontrar es lo que hace de la navegación algo apasionante. No se trata de tener miedo, se trata de anticipar todo lo que podamos y ser conscientes de nuestros límites.
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